9. 02

Por medio de la vigilancia del tráfico en órbita sobre los lugares de lanzamiento, se puede programar los lanzamientos a fin de minimizar la probabilidad de cualquier colisión con un fragmento de gran tamaño de chatarra espacial, o con un satélite. No ha ocurrido todavía ninguna colisión, pero el número de objetos –en incesante aumento– que permanecen en órbita hacen de este servicio algo de incalculable valor.

Los ‘vigilantes del cielo’, Departamento de Defensa para los Operadores de Satélites Privados, que intentan guiar de una forma segura sus vehículos, SP_Doc., sigue incluso la pista para saber el lugar dónde aterrizan los tanques de combustible dejados atrás por las lanzaderas espaciales.

Iniciativa para la Defensa Estratégica, está formado por los oficiales del Space Command, es la parte operativa del SP_Doc, sus equipos participan en el seguimiento y catalogación de todos los escombros en órbita que son detectables.

Los trazados de las posiciones orbitales, tanto presentes como futuras, de los objetos espaciales realizados por SP_Doc, forman una buena parte de las instrucciones llevadas a cabo (junto con sus respectivas misiones de prospección del espacio, el I.D.E.) por el Space Command, empleados en coordinar todas las operaciones militares del espacio.

Si la voz de la Agencia para la Defensa Civil diera la voz de alarma por medio de los instrumentos de comunicaciones, a todo el Planeta, tan sólo nos restarían unos escasos 20 minutos, para cualquier clase de tentativa.

En consecuencia, parte de la renovación en los medios está implicada en mejorar la velocidad con la que el equipo en tierra de SP_doc informa sobre cada satélite. Detrás de sus puertas de acero, aseguradas para sobrevivir incluso a un impacto directo de ‘demasiados megatones’, se mantienen las <<semillas>> de una nueva civilización, el núcleo duro del Space Command Center. Por lo que hay quien opina que SP_doc. (Space Command Defense Operations Center), es tan sólo una rama del Space Command.

El Space Command Center es como un gran corazón dedicado a acumular información y a hacerla disponible. El Departamento de Justicia y la Central de Satélites para la Defensa, se coordinan a través de la Oficina de Operaciones de Especialistas en Seguridad, la protección extra es crucial para las informaciones más importantes enviadas de satélite a satélite. Y a su vez dotan al Servicio de Investigación (Communications) de una ración importante de las últimas novedades en exploración espacial. No sin cierto humor se afirma, que en realidad Communications es a su vez el padre y la madre de la Civilización actual; es su padre debido al hecho de que ha liberando a las razas de las limitaciones del pasado, y es su madre porque ha sabido cuidar de las distintas generaciones hasta su edad adulta.

El humor, era indispensable para viajar en el espacio, y gracias a esta familiaridad, esta necesidad ineludible del sentido del humor, sin el que todo se desmoronaría pieza por pieza,  que la nave en la que viajaba K. tenía por apodo “La concubina”. La concubina viró en el espacio redirigiendo su rumbo hasta las escotillas de bastimento de la Nave Nodriza. Desde lejos pudieron ver las palabras grabadas en el dorso lateral oeste de la nave, como si fuesen uno grandes versículos, sobre la página de un libro olvidado entre las estrellas: “No me jactaré de mi mismo, sino que me gloriaré en Communications, porque con su fuerza puedo hacer todas las cosas. Si yo sé que nada soy en el vasto espacio, también sé que juntos, he aquí que hemos obrado muchos grandes milagros en este cosmos”. Este era el signo distintivo de Nave Nodriza. Una visibilidad estudiada, que para muchos era portadora de otro mensaje: No es tanto almacenar lo visible, como que lo invisible nos visite.

El equipo estaba formado por dos suboficiales de rango, dos comisarios y un coronel, además del propio K. Los suboficiales estarían a su cargo en cuanto llegasen a la Zona de Embarque en el Sector Dieciséis, en donde se produciría el relevo de los comisarios, y el coronel estaba destinado a proporcionar las instrucciones precisas para su traslado desde Nave Nodriza. El resto de la tropa, en su mayor parte técnicos, tendría que luchar por ellos con el Almirante de Nave Nodriza, si quería conservarlos. Era consciente de la dureza de las negociaciones, en la primera fase de su aventura, no se proporcionaban las dotaciones adecuadas hasta que ‘todo estuviese bajo control’. No sabía hasta que punto ellos podían sospechar de él, bajo la forma visible de simples medidas de precaución, podían fácilmente relevarlo del cargo si la situación así lo requería hasta un tiempo indefinido.

Era consciente de la importancia de la misión, de no levantar sospechas, y de asegurarse un equipo adecuado preparado para resolver cualquier eventualidad sin demora.  Tenía la sensación de haber estado encerrado en un espacio inmenso, lacónicamente inmenso pero fósil, con una solidez que había terminado por ajustarse a su piel más de lo que hubiese creído posible. Este proyecto se le antojaba liberador, y a la vez no exento de peligro, como si ambas cosas no pudiesen existir por separado. Tendría que deshacerse de ambas sensaciones antes de la cita con el Almirante, pero tendría que hacerlo paso a paso, primero de una y luego de la otra; como si la libertad fuese una situación ya conquistada y cualquier peligro perteneciese a los sistemas de caducidad circundantes, sistemas que fácilmente podrían ser reemplazados.