¿El mundo material es siempre una trampa?
Nuestros actos están regulados por el movimiento diafragmático de la realidad.
Cada acto es contenido, dosificado, por eso que llamamos probabilidad, cuantificación endémica del ‘switch’ de lo estable. Donde se cifra nuestra capacidad de acertar en relación a un ‘afinamiento’, a un tipo de sintonización que en ocasiones se produce y en otras no. Cada acto puede ser afín a sí mismo o puede ser distinto.
Las circunstancias pueden ser estables o inestables, pero cuando se produce un incremento de la capacidad probabilística hacia el acierto ¿qué queremos decir? ¿Qué el sujeto se halla en sintonía?, ¿en una relación estable con la realidad?
El sujeto nace del conjunto de sus actos porque cada acto no se halla sólo, sino que está unido por una cadena, por una corriente, con todos los actos que lo han precedido.
¿Podemos afirmar que la realidad tiene una memoria genética de los actos?
No hablo de los actos predecibles, sino de los impredecibles, de los que nacen de la circunstancia en un momento preciso. Un impulso nos guía. El impulso de acertar. Hay quien lo llama conciencia y quizá solo sea superación.
