Somos ecos de una noticia, que se encuentra fuera de
nosotros.
En realidad sentimos la necesidad de realizarnos como seres
espirituales.
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Estamos en el 730
a. J. C.; en Tebas, la ciudad sagrada. Tebas, de las
cien puertas, como una línea ininterrumpida, en las que se aproximan los mil
ojos, de los grandiosos templos de deseo colectivo, en ella, se evidencian
santuarios, dioses y cultos. Tebas, la capital de Amón. Tebas, donde se había
revelado el secreto de la creación. ¿Reflejan sus palabras la realidad?
En los cartuchos, de papiro, en las tablillas, en los
informes redactados dictados por los sacerdotes ¿qué se comunica? Cada fórmula
es una copia exacta de la precedente, como una superficie lisa, o un puré de
higos… ¡La única buena conducta de un guerrero es la victoria!
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Al igual que la respiración en forma de aliento frío o
cálido, sale del propio cuerpo físico, las emanaciones de la conciencia en su
forma de pensamiento o de emoción determinan las características de las unidades
a través del ritmo de la realidad electromagnética emitida por la conciencia.
Las ideas o los pensamientos que se quieren hacer físicos llevan en su interior
mecanismos que los ponen en el campo de acción apropiado (campo
electromagnético online). No obstante, la conciencia está equipada para crear
realidades en otros campos.
Duración y estabilidad, son las secuencias de las
clasificaciones elementales de tales unidades. En ocasiones todo el presente
personal no es más que un fragmento menor de tales unidades. Elemento inmóvil,
satisfecho y limitado. Sin matiz de alegría, tristeza o pasión, transparente
como el agua embotellada, un tiempo de descanso que no se mueve hacia ningún
lado.
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Uno de los terrores más indeterminados que puede
sobrevenirnos es la lectura de determinados libros, sus tapas cerradas como
sarcófagos conteniendo una oscura y siempre presente maldición. Los contenidos
que pueden aparecer acoplados bajo una misma encuadernación, son, en sí,
situaciones, que tomadas con el azar de un simple apetito de lectura pueden
resultar algo más que pesadas. Hay cosas en la vida que hay que ir
digiriéndolas…
Protegerse de la vida de más, aunque sea detrás de una
máscara de felicidad, es patético. Ahora
yo asumía ese patetismo con cierta rebeldía, con la conciencia de que esta no
era más que un pastelito que con su dulzura nos reconforta lo mínimo para creer
una vez más en nuestras vidas. Aunque había poco que salvar de cara al
exterior.
Todos a mi alrededor habían hecho lo mismo, reservarse sus
vivas para el interior. No puedo dejar de pensar, si algo en mí tenía algo que
ver. Mi efigie como un hemiciclo cerrado frente a la pantalla del mundo,
¿habría alguna estrategia posible? ¿Era dejarse llevar de nuevo al engaño o
permanecer en esa gota almibarada que desvanece una y otra vez?
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Las serpientes azules, han dejado espacio para sueños
luminosos, y las grietas se han cerrado sobre de las rocas, y no quiero
descansar de los días felices que aguardan impacientes en la cola de mi futuro.
La realidad para ser articulada necesita
de un “imaginario instituyente”.
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Somos dentro de nosotros, nosotros mismos, y no existen convenciones para el fondo de nuestra alma, es ella que tiene los recursos para nuestra supervivencia. Nuestra alma no puede apegarse a nada ni siquiera a su propia existencia. Nuestra alma flota liberada entre el aroma de los pinos.
No hay caminante, pero si hay camino. Escuchar lo que te dice la vida, eso que se muestra a tu CONCIENCIA como el asunto. Registrar su sustancia maravillosa es dar luz al camino. Registrar sus instantes: lo que leemos, lo que ingerimos, lo que escuchamos. Repetir el verbo divino, la sustancia verdaderamente afín al cosmos, la que se actualiza por medio de la voz, en la vida: cada registro es la luz de nuestros días. Se registra para dar luz al verbo divino. El aspecto de la verdad. La sustancia inconmovible de la verdad, es: que esta no puede ser perturbada.