08. 07

En una provincia fértil el control de las cosechas debe ser riguroso, y los impuestos recaudarse intachablemente, los informes cifrados le eran entregados al escriba de la intendencia y no contenían error alguno, pese a que el examen de estos se limitaba a un examen superficial, demasiado apacible. En ellos se descubre que la culpa y la inocencia son tan relativas como la riqueza.

_ ¿Y no puedes hacerlo tranquilamente?

_ Ya no queda nada. Hasta los propios sacerdotes pueden morir de hambre, y los dioses no tardarán en volver al cielo. – Dijo mecánicamente, sin siquiera oír sus propias palabras.

_ ¿Porque nadie piensa ya en respetar las leyes de nuestros antepasados? ¡Dirígete al visir y luego al faraón si es necesario!

_ Ya no hay faraón, sólo jefes de clan que combaten y pretenden ejercer el poder supremo. El norte del país está bajo el yugo de los príncipes libios que se complacen en la anarquía y en sus querellas intestinas.– Vemos envejecer sus palabras como en una película ilustrativa, estas se licuan en sus labios con el calor y la calima. Tefnakt se da cuenta del error, e intenta esbozar algo original para que su cabeza siga sobre sus hombros.

_ Mentiras, corrupción, egoísmo; ésos son nuestros nuevos dueños.

_ Querrás decir que así son nuestros nuevos vasallos.– Resuena la voz de Akanosh mientras sus ojos se llenan de energía.

 Tefnakt contrae sus labios, asumiendo la autoridad, con un redoblado temor.

_ Si en rigor, está en lo cierto. – Responde Tefnakt mientras se protege de una emboscada como lo haría al frente de una ciudadela.

Akanosh huele su miedo.

_ ¿Pretendes decirme que lo peor está por venir?

_ No, los exploradores se contradicen, sus informes carecen de precisión, la estabilidad está desafiada, pero ninguna flecha osará amenazar al poder sobrenatural del faraón, este vencerá.

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Du entra en una biblioteca.

_ Quisiera hacerme socio de la biblioteca, he oído decir que ahora están todas interconectadas.

_ Si todas menos esta. Si quiere ese carné tendrá que ir a la Casa de la Cultura.

_ ¿Qué es necesario para hacerse socio de esta biblioteca?

_ Su documento de identidad y un teléfono fijo.

_ ¿No le sirve un teléfono móvil?

_ Si, además necesita un teléfono fijo; puede ser el de algún familiar.

El empleado abre el libro de registros, es un volumen alargado. Du dicta los números de teléfono. El empleado, escribe con un rotulador los datos.

_ Esta es la sección juvenil. Al fondo está la sección de novelas.

Du recoge su documento de identidad de encima de la mesa.

_ ¿Qué libros le gustan a usted?

_ Me gustan todos los libros.

Du regresa con tres ejemplares.

_ Puede tenerlos en su poder dos semanas, y después renovarlos un plazo de quince días, si no han sido solicitados por nadie. Este es el número de teléfono.

El empleado le ofrece los resguardos dentro de uno de los libros. Du se apresura a guardarlos en su mochila.

_ Es un honor pertenecer a esta biblioteca. Que tenga un buen día, hasta pronto.

Du sale de la biblioteca a la cortante luz del mediodía. Los libros que lleva no le importan, se siente satisfecho de haber encontrado una biblioteca fuera de las miradas que lo importunan.

Cuando llega a casa abre uno de los libros y vacía dentro una lata de ambientador, y enciende la videocámara. Los reptiles de su interior coletean.

_ ¿No deberíais bañaros?

_ El agua es mala para mi reumatismo, majestad.

Aterrorizado, el herido se refugia en una esquina de la estancia.

_ ¿El señor se va?

_ He tenido algunos gastos…

_ El arriero conoció a sus padres cuando era adolescente, una pareja muy unida. Tengo este testimonio y podría haber otros…

_ ¿No es indispensable, aquí, su presencia?

_ El viaje estaba previsto desde hacía mucho tiempo, y tiene un carácter estratégico.

_ Correcto. ¿Tiene el pasaporte en regla?

_ Aquí tiene.

_ Veo que no ha sido renovado desde hace cinco siglos.

_ ¿Tendría la bondad?

_ Desde luego. ¿Dónde prefiere los cuños en el reverso, o en…?

_ Si tuviese la amabilidad de cuñarse así mismo…

_ Sí, ¿cómo no?, ya puede usted pasar. Buen destino.

Giramos la manivela y nos situamos en la Mesa 10:

_ ¿Qué quería?

_ Vengo a por una solicitud de cita con la Tutora De Empleo.

_ Ha comenzado a recibir las prestaciones.

_ No. Vengo a recoger una cita con la Tutora de Empleo. La necesito para recibir las prestaciones. Creo que ustedes hacen un seguimiento.

_ En efecto, pero, la cita es por recibir las prestaciones.

_ Ya, puede ser, pero la trabajadora social que me atiende ha insistido en que le entregue un documento con la requerida cita.

_ Tiene usted su teléfono.

_ Sí, es el…

_ Bien le daré una cita a usted para el 21 a las 12.

_ Gracias.