¿Quién es capaz de reconocer lo novedoso?
¿La cualidad específica de lo nuevo?
Para convertir esto en ciencia necesitamos de un criterio de verdad, ese criterio de veracidad tan buscado por la filosofía, que la ciencia reconoció como el método empírico, la capacidad de reproducir un hecho igual a otro.
La ciencia como mediadora entre nosotros y el conocimiento no ha tenido más remedio que reconocer su valor relativo, en su papel de observadora.
Es el observador el que dicta la medida de la norma.
Por lo tanto es, a través, de la concreción, definición de ese observador que podemos llegar a la cualidad que nos permita establecer un criterio de veracidad. ¿Para qué? para reconocer el carácter de lo novedoso, en relación a los agentes comunicativos. La respuesta no sólo es sencilla, sino evidente. No existe ninguna cabriola ni física, ni metafísica, la correcta definición del agente comunicativo es el eje que buscamos.
La ciencia todos estamos de acuerdo, tiene como misión apuntar hacia la evidencia. La carga de los lenguajes técnicos, crea una mediatización injusta, boomerang retrógrado que vulnera el carácter dinamizador del beneficio científico-comunicativo, estableciendo nuevas separatas que quebrantan el carácter democrático de las leyes sociales.
