Fernando Sánchez Dragó ha muerto el 10 de abril de este año 2023 y recuerdo un artículo de la tercera parte de mi libro «Adarme»:
CAPÍTULO IV / ECO Y LAS ESTRUCTURAS.
Toda distinción es necesariamente una contradistinción apoyada en una relación de semejanza entre un signo y otro. Es decir, un signo es él mismo, porque difiere del otro, y para diferir se apoya necesariamente en una relación de semejanza, semejanza por la que adquiere la diferencia. Por tanto la necesaria unidad consigo mismo, es por tanto la estructura invisible, la partícula invisible.
Analicemos un hecho:
Pienso en el azar, y en una cena a la que no acudí con Dragó. Fue realmente una decisión mía o medió el azar, mi estado de ánimo, voluble, debido al clima de ese día, la relación que en ese momento mantenía con la que era mi compañera, el resto de asistentes,…
Permitidme que comience por el principio, para que se me comprenda:
Acabo de ver en internet una entrevista (del 17-1-07) a Dragó por Buenafuente, es una de las posibilidades preprogramadas que me ofrecía youtube, en el que presenta su libro» Muertes paralelas» sobre la muerte de su padre y yo pienso en el libro de Paul Auster» La invención de la Soledad» también sobre la muerte de su padre, y pienso en la reciente muerte de Umberto Eco y de Harper Lee, y de David Bowie y la no tan reciente de Derrida.
Pienso en una amiga que ha intentado quitarse la vida, hablé con ella hace tres días, un poco como su terapeuta, escuchando y escuchando, estuve una hora al teléfono escuchándola hablar de sus problemas. No me ha importado, tiene una voz ciertamente atractiva, porque es una chica de pueblo y en determinadas ocasiones eso es algo que se agradece y su sinceridad con ella misma es mejor que cualquier programa televisivo. He conocido a otra gente que ha intentado suicidarse por el mismo método, las pastillas. ¿Quién no ha pensado desproveerse de este mundo material de una manera aparentemente tan sencilla? Sin embargo todas las personas que he conocido no lo han conseguido, ignoro si alguna de la gente que he conocido en mi vida lo ha conseguido, si lo ha conseguido no he tenido noticias. Pienso en el libro «Suicidios ejemplares» de Vila-Matas y en esa relación del suicidio con el abismo, el misterio, lo desconocido, un espacio en el que todo es extraño y en el que se plantean numerosas dudas y preguntas.
Hoy ha hecho un día magnífico, no ha llovido y la temperatura es agradable, mis padres quemaban rastrojos en la chimenea que hay en la finca y el agradable olor a pino quemado entraba por mi ventana, un día como el de hoy no induce a pensar en el suicidio, pero me he pasado toda la mañana pensando en la muerte mientras escribía, amor, pulsión y muerte; en cómo podía relacionar todo eso con el tema de mi novela. He pensado en introducir algún relato fantástico en la narración, algo que de verdad le guste al lector, pero no se me ha ocurrido nada y no me gustaría rescatar nada de lo ya escrito. Esto se está pareciendo a unas memorias, y la idea en buena medida me desagrada. Pienso en Artaud, en que todavía no lo he mencionado, he esperado que fuese él quien me mencionase, quien me arrastrase, esperaba esa visita alquímica, los personajes evolucionan, según Artaud, como lo hacen los símbolos de la alquimia, que sitúan al espíritu en la vía de esa ardiente purificación.
“Lo que hace soportable la vida es la idea de que podemos elegir cuándo escapar”, con esta frase Vila-Matas hace hincapié en la idea de que la auténtica libertad del individuo está en el hecho de poder elegir cuando abandonarlo.
Enfrentado a la luna silenciosa del destino.
En el juego de la vida siempre se está donde hay que estar,
siempre hay que estar donde se está.
Decido no escapar, por el momento y volver a Umberto Eco, hablar un poco de semiótica o de algo parecido, empezaré por el final:
Eco definió la semiótica como la disciplina que estudia todo lo que puede usarse para MENTIR. Si una cosa no puede usarse para mentir, tampoco para decir la verdad, por lo tanto no puede usarse para decir nada. Visto de otra manera la semiótica es el dominio de la comunicación o de las formas de comunicación.
Una mentira es una forma de hacer ininteligible una verdad, es su reverso y su máximo exponente. Muestra una verdad más oculta. Una verdad engañosa, en el que el interés mismo es sacrificado gracias a la gratificación de un interés mediador, que hace a la verdad prisionera de un significado subjetivo.
Dos ideas antes de comenzar sobre mi disertación en torno a la semitótica: Tanto estímulo como estimulantes son formas redundantes de apreciación. El dato sensorial es producto de un equilibrio.
Dejadme pues tomar un desvío. Hay algo que yo llamo: LA TRADICIÓN DE LOS TRES TIEMPOS. Es lo que sigue:
El dato sensorial es producto de un equilibrio. Un equilibrio que produce una experiencia estructurante, de carácter procesual, es decir, <<abierta>> y por tanto reversible.
Este equilibrio como acabo de decir, es equilibrio porque está empujado por una estructura, que es el proceso de vivir, y que por tanto es abierto, y si es abierto tanto puede ir hacia delante como hacia atrás.
Pero, amigos míos, la percepción es en relación al individuo aleatoria y en última instancia probabilística.
El individuo es un ente, singular y complejo, que reacciona según el proceso en el que está inmerso.
El sujeto fluctúa entre lo estable y lo inestable, entre la integración y el aislamiento, y se reagrupa ante el estímulo, o lo estimulante.
Un modelo es una información mínima que comporta el máximo de redundancia. No fija por tanto una necesidad ontológica que relacione el modelo con el sujeto.
Yo y mi modelo de relaciones, por ejemplo, que establece un cúmulo de prioridades, tanto entorno a lo conocido, como en ocasiones, a lo que no he conocido.
Un estímulo puede surgir del aprecio a formas redundantes, tanto como de la huída de estas.
Al igual que la prohibición (que puede nacer de imponer la obligación tanto de procurar nuevas informaciones, vedando las ya conocidas; como del intento de alejarnos de las nuevas informaciones y de intentar reiterar las ya conocidas), el estímulo se define como nuestro compromiso ante lo que decidimos y no decidimos explorar.
No somos un elemento del mundo, sino el límite contra el cual detenemos nuestro conocimiento del mundo.
He hablado de la muerte, de la pulsión que nos incita a cometer actos que no deseamos y del amor hacia los ilustres de la literatura.
Así, volviendo a Eco: ¿Cuándo decidimos usar nuestro libre albedrío también nos mentimos a nosotros mismos? ¿Cuándo nuestra decisión no se convierte en una mentira? ¿Cuándo decidimos aislarnos somos realmente más nosotros mismos?
© MAITREYA