Du, en realidad era Harry, se había hecho llamar Du, por ciertas cuestiones técnicas.
Pero lo cierto es que se sentía de nuevo bien en el papel de Harry Hmura. Maese Hmura era como lo llamaban lo iniciados.
A Maese H, mientras todavía era Du, le han enviado mucha información, quizá demasiada información como para que sea capaz de digerirla cómodamente. Pero ¿quién se la ha enviado?, y lo que es más misterioso ¿cómo?, ¿cuáles son sus contactos?
El lenguaje cambia a lo largo del tiempo, palabras y expresiones entran en desuso y son substituidas por otras. Pareciera de todo ello un proceso de simplificación. Desde siempre ha habido gente culta y gentes ignorantes. Pero, ¿cuál es el código?, ¿cuál es el código de la realidad?
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La obra de Du era altamente sofisticada, no le interesaba el resultado final, sino lo que pudiese sacar de ello, es decir, del proceso. Du, no se podía costear otra forma de hacer arte. Esa forma de hacer arte era un impulso, una forma de resucitar algo profundo en él, era rescatar un comportamiento que provenía de siglos atrás.
Había creado una galería virtual como forma de practicar la compasión. La compasión es un modo de contemplación, de centrar la mente.
Cansado de la imagen, volvía a centrar su atención, en textos. Textos como una forma de materializar el arte. Pero pronto se encontró que esos textos señalaban a otros mundos, a otra realidad, que parecía emanciparse de su propia conciencia y todo lo que la rodeaba. Textos con un profundo extrañamiento interior. Quisiera poneros varios ejemplos de comunicaciones fuera de lo habitual, con las que ha tratado en vano de llamar la atención de sus semejantes.
Podemos poner como ejemplo los 5 textos siguientes.
Seréis vosotros y no otros, los críticos de su pequeña literatura.
LA MEMORIA DEL ROBOT.
Dicen que el paraíso se asemeja a un hombre sólo bajo el planeta tierra. Alejado de otros que son como él. Alejado y melancólico de sí mismo, nostálgico de su propia esencia. Dicen que ese hombre es el lector.
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LOS PRODUCTOS Y LAS DISCIPLINAS
Cualquier disciplina que llevase tiempo en ser aprendida, con dedicación, esfuerzo, perseverancia y mucha experiencia. Una dosis experta de cualquier ‘producto’ era implantado a través de un microchip en los sujetos marcados, ello les hacía acceder a otro mundo.
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COMENCÉ A RECORDAR
Comencé a recordar… Siempre se comienza con una redundancia. Comencé a recordar el recuerdo. Recordamos el recuerdo de lo vivido con anterioridad, pero nunca aparece ese momento previo al recuerdo, al principio del recuerdo.
Desaparece esa intensidad de la realidad, quizá no haya nada antes, sólo un recuerdo flotando como un implante, una memoria ficticia recién adquirida que luego olvidamos.
Momentos vivos no los hubo. Tal vez baste el recuerdo. Pero a partir de ahí comenzamos a vivir. Tal vez sea suficiente vivir así, sin un origen.
El primer sabor del recuerdo, el primer hecho de la conciencia, girándose sobre nosotros mismos.
Mi primer recuerdo: el vacío. Estaba caminando por los pasillos de un colegio, tendría nueve años ya, súbitamente fui llevado al vacío, pero el vacío sólo duró un instante, rápidamente fui intervenido por otras mentes, fui capturado por un espacio inmaterial, fue desagradable, a esas conciencias no las conozco, no me dejan que las conozca y ello no entraña nada bueno, es algo que intuyo y que se me hace claro en el recuerdo, que resalta sobre él. Después años soñando con aquellos pasillos, con el edificio laberíntico. Todo guarda un secreto que mi mente no es capaz de penetrar. De vez en cuando aparecen destellos de aquellas mentes en mi recuerdo y trato de enfocar sus intenciones, se que se dirigen hacia mí, que yo soy el objetivo.
Cuidado. En mi mente salta una alarma. Que me dice que no debo indagar ¿será fruto del condicionamiento? Tanteo mi intuición que se pliega sobre el recuerdo y lo atrapa. Puedo escuchar los pensamientos: Tendrá que olvidar aquello.
No hay nada que olvidar, y eso es lo que verdaderamente temen, el recuerdo del vacío.
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PRINCIPIOS
Me habían aportado un bello sueño, algo que casaba con mi carácter; pero yo ya había experimentado el amor, y sabía que todo lo importante se había acabado, y que no volvería a experimentar nunca nada parecido. La inocencia se pierde antes de que podamos volvernos para asirla. Y yo, desde entonces nunca me había girado para intentar recuperarla. Y ahora, tentado, por primera vez me preguntaba si valdría la pena intentarlo, recuperar la inocencia. No espero el amor, no creo que pueda suceder dos veces en una misma vida. No esa clase de amor. Tomamos de él lo que podemos fugazmente, y somos expulsados de él por el impulso propio de la vida.
Recuerdo el paraíso, todo-el-paraíso-junto-en-breves-instantes, pero no puedo volver allí, no con este cuerpo, no con esta alma, no con el resto de mis recuerdos. Tendría que volver a nacer y no cometer los errores que me llevaron a relegar esos momentos a su absoluta brevedad y beber de ellos hasta saciarme, hasta colmarme, hasta ser uno con el otro, hasta salvar todas las distancias, hasta romper todos los secretos, y amar verdaderamente, no sólo con la sensación o el intelecto, sino hacer arder en cuerpo y alma mediante esa unión todos mis deseos y todos mis pecados acumulados hasta ese entonces y conocería al fin lo humano.
Nada de lo que me pudiesen ofrecer invitaba mis sentidos, sino el pálido reflejo, de una conclusión fija y estéril. Poniendo fin a lo humano que reclamo para mí mismo.
Nunca pude concluir la experiencia del amor. Y tal vez habita en mí un sueño, nada más que un sueño, el de mi mismo, un sueño del que busco despertar.
¿Cómo llegué ahí? ¿Cómo llegué al amor? ¿Cómo llegué a amar si no era más que una pequeña criatura que no recordaba su papel en el cosmos?
Los días pasan y de vez en cuando me remonto al antes del amor, entre la piedra, la planta y el alma que volaba por encima de la piedra, de la planta y de mi propio cuerpo humano. Y todo se mezcla y en todo hallo felicidad, pero no es final, no es absoluto, no es íntegro, no se pertenece a sí mismo.
¿Cuándo volveré a amar?
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YO
Fui otro y fui el mismo para ser muchos al mismo tiempo.
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He transcrito estos pequeños relatos para que le conozcáis un poco. Aunque como dice en uno de sus documentos titulado INDEXONIS( el título es lo de menos): «Con cada creación perdemos poder, damos al otro nuestra esencia, nuestros pensamientos más íntimos, nuestras capacidades…Yo mismo, mientras estoy escribiendo esto estoy creando cenizas dentro de mí, a través de la pulsión de mis pensamientos por medio de una expresión que nunca tendré la capacidad de resolver en mi beneficio.»
Y es que el subtítulo de INDEXONIS, era «El arte de la visibilidad», porque hacerse visible es un arte, un arte que apenas ahora comienza a explorar.