(El segundo advenimiento del hombre)
El extraño ocaso del ser.
El ser humano no puede decir: “Pienso, luego existo”,
Debería decir: “Soy una parte del mundo; estoy cercado por el mundo”.
Descubre así, en esta mirada, la imposibilidad de la “nada absoluta”. Por qué hay un mundo se descubre tan constitutivamente como la conciencia de sí mismo.
En vez de “no existir”, descubre la contingencia de esa existencia en el momento en que adquiere conciencia del “mundo”. Por eso es un completo error anteponer el “yo soy” a “el mundo existe”.
(Dicho para la relación metafísica del hombre con el fundamento de las cosas)