Según la definición de Sexto Empírico, la epojé es «el estado de reposo mental por el cual ni afirmamos ni negamos», o si se quiere una actitud mental de imperturbabilidad o ataraxia (del griego αταραξια). El concepto tenía distintos grados de «intensidad» según los distintos filósofos de esta corriente, abarcando desde la suspensión radical del juicio para algunos en el caso de especulaciones teóricas, hasta posiciones próximas del probabilismo en otros casos. En lo que respecta a aspectos no ya teóricos sino prácticos, el concepto tendía a confundirse con la ‘metripatía’, que puede traducirse como la adopción de una actitud de prudencia cuando se trata de evaluar sentencias de carácter moral.
En la fenomenología de Husserl, el concepto de epojé se redefine de una manera más radical, como un cambio fundamental de actitud no sólo respecto al conocimiento y a las teorías ya existentes, (lo que se aparenta a la suspensión del juicio) sino también frente a la realidad misma, cambio de actitud que Husserl describe con las imágenes de «poner entre paréntesis» (Einklammerung), de «desconexión» (Ausschaltung) de la cotidianeidad. Esta sería un presupuesto del método para llegar a lo que Husserl denomina reducción fenomenológica.
Tal radicalidad permite distinguir a la epoché en sentido husserliano, no sólo de la epojé clásica, sino también de todo otro concepto con el que puedan presentarse analogías, entre los que pueden citarse la duda cartesiana o la abstención de explicaciones metafísicas propugnada por Auguste Comte. Tampoco es para nada la negación de la realidad.
Ese cambio radical frente a la actitud «natural», nos pone en el umbral del conocimiento filosófico. Ferrater Mora explica que en esa «puesta entre paréntesis» no sólo van a quedar encerradas las doctrinas y teorías respecto de la realidad, sino también, la realidad misma: como consecuencia de ello, la realidad no resulta modificada sino «alterada». Sólo esta actitud permitiría alcanzar la conciencia pura o transcendental.