Un libro abierto por una página inesperada, el ritmo irregular de las notas de un piano, las curvaturas de los pasillos desde los que los pies se deslizan alojándose centímetro a centímetro.
_ Dime tres veces que me quieres, y me alojaré entre tus besos.
Desde un ritmo ajeno al mundo, tómate tu tiempo, has aprendido a sobrevivir sin sus abrazos. Sólo tú lo sabes, tómate tu tiempo sin que se note, se dijo K. a sí mismo.
Algo en el cosmos contribuye a lo inesperado, como un interrogante que únicamente tu sabes que existe. No hay respuesta de consuelo, todas son eficaces y no se te suben a la cabeza: ‘sujeta tu alma de predicador, doma tus poses al ritmo de la música’.
Nadie sabe tu guión, tus entresijos se mezclan con los de ella.
_ Ya esperaste bastante…
_ Hubiese estado de vuelta antes…
Los planetas giraron cincuenta millones de veces, y después se encontraron.
_ No pude encontrarme hasta ahora.
_ ¿Eres un primitivo?
_ Si, antes de mí previamente fui anterior y ahora soy primitivo. Soy lo que se dice el original pero no un prehistórico.
_ Obviamente. Nuestra historia acaba de contarse.
Las palabras caían desordenadas, en la tibia luz como las prendas desprendidas de los árboles, solo para satisfacer la corriente de aire que desprendían sus cuerpos. Nada había sido contado, ni medido ni estudiado: “no te fíes de lo que sabemos”.
Navegaron en la corriente de aire, estudiaron sus cuerpos… Como un caparazón desprendido de su cuerpo, el libro se había abierto rendido a la corteza que como una cápsula partida en dos hacía brotar su delgado hilo hacia el cielo, un brote dispuesto a no dejarse intimidar por la vastedad del universo.
_ Supón que alguien esté ahí escondido.-Dijo ella señalando el libro-
_ Te refieres a eso que llaman ‘la llanura del universo’.
_ Si, un universo dividido en dos, y agazapado.
_ ¿Es usted el interesado-a en llevárselo a casa? Porque verá tengo que comunicarle algo, tendrá que rellenar los documentos del consiguiente pasaporte, así podrá ir por donde le plazca, cruzar entre los dos mundos y quién sabe, quizá usted pueda reunirlos.